Loco Tequila surge de una ambición inquebrantable de ser el tequila supremo en el mundo, al revolucionar la industria mediante la producción basada en procesos artesanales y tradiciones, dando lugar a un producto de calidad y vanguardia incomparables. Loco tiene su origen en El Arenal, una ubicación privilegiada en el valle de Jalisco, conocido como el portal hacia el Paisaje Agavero. En el corazón de esta región se encuentra la histórica Hacienda La Providencia, reconocida por el INAH como una de las haciendas más antiguas del país. Esta antigüedad es una de las múltiples razones por las cuales la UNESCO, en el año 2006, la declaró Patrimonio de la Humanidad como parte del "Paisaje de Agaves y antiguas instalaciones de Tequila".
Arturo Morán, CEO y Director General de Loco Tequila, comparte que al principio mucha gente los consideraba unos locos. No solo por emprender un proyecto en un mercado tan complejo, sino también por hacerlo de una manera tan diferente.
"Arturo Morán, el maestro tequilero Alberto Navarro y su equipo definieron las características de su producto: una bebida refinada, un tequila de abolengo, suave y sedoso pero con mucho carácter."
Ver nota completa en Página Uno
Loco Tequila Blanco y Loco Blanco Puro Corazón se destacan por su proceso innovador en la destilación, donde el maestro destilador extrae cuidadosamente la esencia del tequila gota a gota, obteniendo la parte más pura y exquisita conocida como el "corazón de la destilación".
Para Loco tequila, la palabra "loco" representa el desafío de superar límites y traspasar fronteras, evitando los atajos y optando por el camino más largo; explorando las tradiciones desde sus orígenes y rescatando los procesos artesanales más auténticos. Loco Tequila se distingue de los demás por su enfoque artesanal y por sus expertos y expertas en el campo, quienes persiguen con claridad los objetivos de excelencia y conocimiento. Un ejemplo de ello es el maestro agavero José Antonio Sánchez López, quien posee la habilidad de identificar rápidamente el punto óptimo de madurez de cada agave, dedicando gran parte de su día a recorrer los campos de agave de los que es responsable y seleccionando meticulosamente las plantas que serán utilizadas en la destilación del tequila.
Una vez seleccionadas, estas plantas pasan por un proceso de doble fermentación y son llevadas a un horno de mampostería, siguiendo los procesos artesanales que caracterizan a esta emblemática bebida. Después de casi tres días en los hornos, una parte de las piñas cocidas se traslada a la tahona, una antigua piedra de molienda que pesa alrededor de dos toneladas y que macera lentamente el agave para obtener el jugo necesario para la fermentación, donde los azúcares se transforman en alcohol. Posteriormente, los jugos de las piñas se muelen en un pequeño molino mecánico.
